ago 132011
 

Autor: Pe. Leonardo Barraza, EP

Introducción

Dentro de las valiosas  reflexiones filosóficas donde se abordan aspectos antropológicos, psicológicos y filológicos en la obra Metamorfosis del Lenguaje del  pensador y académico, Manuel Maceiras Fafián, señalaremos algunas, que desde nuestra perspectiva,  consideramos dignas de ser mencionadas  por la actualidad de la temática  y la erudición del autor.

I.-   El hombre contemporáneo y el lenguaje

Considerando el  desarrollo  histórico de la humanidad,  para nadie es novedad que en nuestros tiempos,  existe una profunda crisis que perturba al mundo,  abarcando todas las actividades del ser humano. Ciertos autores  hablarán de un auténtico y verdadero proceso de decadencia instalado en la civilización occidental cristiana desde el Humanismo y el Renacimiento, el cual alcanzó su auge en el siglo XX. (1) Otros se referirán a amenazas insidiosas que en virtud de corrientes hedonistas exasperan en el hombre sus instintos y lo deslumbran con ilusiones de consumo indiscriminado. Muchos, casi como lugar común apuntan para una crisis cultural que afecta todos los dominios de la actividad del hombre, como son, la cultura, el arte, las leyes, las costumbres y las instituciones. (2)

Una vez que para Gadamer, “la esfera lingüística – según comenta Maceiras (2002)- es el horizonte de la hermenéutica propiamente filosófica, y remite a una ontología del lenguaje, que ve en él, no un instrumento, sino una de las manifestaciones más significativas del ser humano”, (pp.222-223)  no podía dejar de ser que la mencionada crisis, aflorase de modo particular en el hombre en cuanto sujeto hablante.

Dentro de esta perspectiva, nuestro autor, dedicará las últimas páginas de su obra para abordar un tema que incide profundamente en la temática de la Metamorfosis del Lenguaje: La comunicación en la sociedad tecnificada.

São Paulo, la ciudad mas populosa de América

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Una faceta  de esta crisis en la óptica de Manuel Maceiras Fafian

Maceiras en el capítulo 8.5. plantea los desafíos que impone la comunicación cibernética globalizadora del siglo XXI que “es hoy producto de consumo que prolifera con abrumadora y prodigiosa efectividad sobre individuos y sociedades, alcanzando sus efectos a la humanidad en su dimensión planetaria”. (p.428)

Para afirmar apoyado en reconocidos pensadores que:

En nuestra modernidad es una evidencia que los medios de comunicación, a través de una imponderable emisión de señales, sobre todo los que usan canales audiovisuales e informáticos, contribuyen a generar y sustentar prácticas, formas de vida, de pensamiento, de interacción social e intercambio, dando razón a Peirce, Lévi Strauss, Mc Luhan y Shannon. (p.429)

Tal fenómeno termina ejerciendo procesos adversos, los cuales con profundidad  intelectual Maceiras describirá:

Victoriosos sobre el espíritu, la innegable eficacia práctica de los medios en el dominio psíquico y en el ámbito familiar y social, ha inducido la rápida conclusión de endosar a su influencia los procesos de despersonalización, irresponsabilidad y pérdida de identidad, males crónicos del “hombre unidimensional” descrito por Marcuse ya en 1966…

…Este hombre sin fondo, exiliado de la Galaxia Gutemberg, de lectura, del libro y del reposo reflexivo, se topa con un yo vaciado incluso de pulsionalidad inconsciente, con un cerebro sometido a la fugacidad sustitutiva de informaciones e imágenes que, a juicio de la neurología actual, acelera el funcionamiento de sus capas y circuitos superficiales y ralentiza los más profundos, fomentando un tipo de pensamiento discontinuo, débil, discursivamente inconexo. (p.429)

Es una realidad. El fenómeno arriba descrito, ha terminado afectado al lenguaje tanto en su esfera de lo escrito como en su interlocución, de modo que éste viene sufriendo un progresivo y sostenido deterioro.

Desde diferentes disciplinas propias del quehacer cultural,  se denuncia una decadencia tanto en los aspectos lingüísticos, fonéticos,  gramaticales, ortográficos etc. Dicha decadencia, tal vez no sea exagerado afirmarlo,  asume características de catástrofe cultural si se considera el ámbito de las altas casas de estudio como son las universidades.

Constituyen legión en el mundo académico quienes  no dudan en calificar la actual situación de la educación superior como una grave crisis,  la cual, afirman,  es muy difícil  revertir. (3)

La experiencia demuestra  que los jóvenes más que nadie son poco propensos (para decir solo eso…)  a las exposiciones orales o escritas sobre temas de cualquier naturaleza: religiosos, filosóficos, científicos, literarios u  otros, por más atrayentes,  metódicos o claros que sean.

Cuando los exámenes  son manuscritos y no se puede copiar de Internet, el tema se vuelve candente. Es la hora de la verdad. Ahí el está el papel en blanco, el bolígrafo y en la mente, se supone, el tema a desarrollar. Muchas veces, las ideas cuando quedan estampadas, son  luego de un “parto con dolor” – para usar la gráfica expresión de Nancy Rosado Camacho (4). Los problemas más graves se dan en redacción y estilo. Así,  no es de extrañar que las innumerables, y a veces garrafales faltas ortográficas, constituyan, a la larga, una nimiedad.

Ilustrativo es el hecho que sucede año a año en la Orden de los Abogados de Brasil (OAB). La entidad, la  máxima representante de tales profesionales en el país con más habitantes de Latinoamérica, exige a los alumnos recién egresados,  un examen de redacción y ortografía para autorizar el ejercicio de la profesión. Según el artículo que disponemos, con el sugestivo título: “La crisis de la enseñanza jurídica- La necesidad de una gran revolución,” de Cunha Pizzatto, (s.f), el porcentaje de reprobación es alto: 70% en todo el país. El Presidente de la OAB, Roberto Busato, afirma:

El bajo índice de aprobación en el examen de la OAB se debe al hecho no sólo de la falta de conocimiento técnico al respecto del Derecho, sino también a un problema aún más preocupante: la mala formación del joven profesional. Errores graves de concordancia verbal y nominal, acentuación, ortografía, dificultades de expresión y falta de organización de ideas, son algunos de los problemas más comunes de los licenciados en Derecho.

Surge así  y se proyecta en el mundo universitario el término  “analfabetos funcionales” para referirse a tal tipo de alumnado. (5)

Por otra parte, a la par de esta decadencia en el lenguaje escrito, no se exige más decoro en la pronunciación y el uso de vocabulario queda restringido a unas pocas palabras. Muchas veces imponiéndose expresiones guturales u onomatopéyicas.

Maceiras (2002), siguiendo su juiciosa exposición será taxativo:

La proliferación informativa  se desarrolla en forma de “video clip” y dosifica en  “migajas”, cultivo de la atención a lo momentáneo e inconsistente y fomento de personalidades incoherentes, incluso esquizofrénicas, tan prolíficas en nuestra actualidad. (p.429)

Para concluir de modo lapidario:

En fin, los seres humanos somos súbditos de una cultura de masas cosmopolita que despersonaliza, elimina las diferencias y las creencias, genera permanente inestabilidad en el saber e introduce la confusión entre conocimiento, ciencia e información. (pp. 429-430)

Es interesante constatar como esta faceta de la crisis apuntada por nuestro autor,   se armoniza plenamente con la óptica del actual Papa Benedicto XVI. En efecto, las nuevas tecnologías, la concreción de una cultura cosmopolita, que despersonaliza, llevando a una irresponsabilidad y pérdida de identidad de “este ser en el mundo… [que] es sapiens o inteligente porque habla, o habla porque es inteligente” (Macerias, 2002, p.15), desde una perspectiva eclesial, valórica o ética,  lleva a tomar actitudes de atento discernimiento pues, lejos de enriquecer al hombre poco a poco lo van empobreciendo espiritualmente. La consecuencia capital de este fenómeno,  ha sido que el hombre del siglo XXI, según Benedicto XVI (2008): “Tiene la impresión de que no necesita a nadie para comprender, explicar y dominar el universo; se siente el centro de todo, la medida de todo.” (párrafo 7).

Y sobre la misma temática abordada por Maceiras, pero no ya desde una perspectiva antropológica cultural  sino más bien filosófica y teológica, el Santo Padre, en el documento arriba citado,  acrecentará:

Más recientemente, la globalización, por medio de las nuevas tecnologías de la información, con frecuencia ha tenido también como resultado la difusión de muchos componentes materialistas e individualistas de Occidente en todas las culturas. Cada vez más la fórmula etsi Deus non daretur se convierte en un modo de vivir, cuyo origen es una especie de «soberbia» de la razón —realidad también creada y amada por Dios— la cual se considera a sí misma suficiente y se cierra a la contemplación y a la búsqueda de una Verdad que la supera.  La luz de la razón, exaltada, pero en realidad empobrecida por la Ilustración, sustituye radicalmente a la luz de la fe, la luz de Dios (cf. Discurso preparado para el encuentro con la Universidad de Roma “La Sapienza”, 17 de enero de 2008: L´ Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de enero de 2008, p.4)  (párrafos 8-9)

En esta enmarañada problemática, Maceiras (2002) tiene el mérito de señalar un aspecto poco observado y raramente enunciado por el común de los intelectuales:

Constreñido a ocupar un lugar en este contexto, el peor agravio que el consumo y los medios han infligido al ser humano no es hacerle esclavo de tan creciente tecnificación, sino haberle sustraído la conciencia de serlo, convirtiendo en insuperable tan inexorable alineación, despojada de espacio para la ruptura psíquica, espiritual o revolucionaria (p.430)

No cabe duda. La actual situación de esclavitud-técnico-dependiente, valga la redundancia, del hombre contemporáneo, sin conciencia de serlo, constituye un gran desafío para la Iglesia en este inicio de siglo XXI. El Santo Padre en el discurso arriba citado lo dirá con estas palabras:

Grandes son, por tanto, los desafíos que debe afrontar en este ámbito la misión de la Iglesia. Así, resulta sumamente importante el compromiso del Consejo Pontificio de la Cultura con vistas a un diálogo fecundo entre ciencia y fe. La Iglesia espera mucho de este confrontarse recíprocamente, pero también la comunidad científica, y os animo a proseguirlo. (párrafo 9)

Maceiras (2002), por su parte, finalizará su exposición con palabras que asumen un tono profético, para nada triviales:

La historia humana, si no toca a su fin, sólo puede esperar un futuro saturado de incertidumbres, añadidas a las expectativas no exentas  de ambigüedad que pueden derivarse de la profunda ambivalencia de la propia tecnociencia que introdujo en el mundo poderes que pueden concurrir tanto a fomentar la libertad y la sensibilidad, cuanto a trastocar la propia vida humana y comprometer su futuro. (p.430)

(Continua no próximo post)

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